jueves, 26 de agosto de 2010

Marte no tiene una bandera, ¡¡tiene muchas!!

Los humanos tenemos tendencia a pensar que, en caso de existir (de lo cual no tengo ninguna duda), los extraterrestres no sólo serán físicamente muy parecidos a nosotros, sino que compartirán con nuestra especie numerosos aspectos psicológicos y comportamientos sociales. Entre estos últimos, suponemos que tendrán la misma necesidad de agruparse en clanes territoriales y de elegir símbolos que les servirán para identificarse entre ellos mismos y diferenciarse del resto de clanes... Y como todo el mundo sabe que nuestros vecinos de Marte no tienen experiencia a la hora de crear símbolos, ni buen gusto para combinar colores, algunos visionarios del pensamiento único, decidieron encargarse de la elaboración de la bandera de Marte.

Uno de los requisitos que debe cumplir una bandera para obtener la categoría de oficial, es que exista una autoridad con poder para adoptarla como propia, y por lo que sabemos hoy de nuestro planeta vecino, no sólo no cuenta con una clase dirigente, sino que es posible que ni siquiera albergue ningún tipo de vida... Por lo tanto, ninguna bandera que pretenda representar a Marte puede ser considerada oficial, lo que no ha impedido que organismos como la Mars Society o la Sociedad Planetaria (The Planetary Society) hayan elegido y aprobado como bandera de Marte, la que tenéis bajo estas líneas:


La bandera fue sugerida durante el verano de 1999 a Robert Zubrin, presidente de la Mars Society, por Pascal Lee, responsable del equipo técnico de la Mars Arctic Research Station (Estación de Investigación del Ártico de Marte, fijaos que sus siglas son MARS, Marte en inglés). Eligió los colores rojo, verde y azul inspirado por la popular trilogía marciana de Kim Stanley Robinson Marte Rojo (1992), Marte Verde (1993), y Marte Azul (1996), que, a su vez, son la representación de las etapas del proceso de terraformación de Marte (propuesta teórico-científica que bien merece su propia entrada): rojo para el estado actual de Marte, verde para el segundo paso en el que aparece la vegetación, y azul para el planeta totalmente terraformado y dotado de atmósfera.

Pero no iba a ser esta la primera ocasión de la Historia en la que toda la humanidad se pusiera de acuerdo en algo, y son numerosas las voces que se pueden escuchar contra la bandera tricolor elegida, cada una esgrimiendo sus motivos, y la mayoría proponiendo para su consideración sus diseños personales de nueva bandera. A continuación podéis ver algunos de los más destacados:

La imagen inferior corresponde a la bandera diseñada en 1984 por Thomas O. Paine, Administrador de la NASA entre 1965 y 1970 y Director de la Sociedad Planetaria. Emplea su símbolo astronómico, círculo con flecha apuntando hacia arriba a la derecha, para representar a Marte, incluyendo sus casquetes de hielo polar. El cuarto de círculo azul de la esquina inferior izquierda simboliza nuestro planeta. El añadido de la estrella, otorgó de un mayor simbolismo a la bandera: Marte indica el camino desde la Tierra hacia las estrellas (Richard Knipel en flagspot.net)

Aunque en un principio fue su elección, en la actualidad, la Sociedad Planetaria se ha decantado por la bandera tricolor, por lo que no debe ser considerada como propuesta. Cada año, la Sociedad Planetaria entrega una copia de esta bandera a los ganadores del Premio a la Promoción de la Exploración Humana de Marte.

Propuesta de la Asociación de Exploradores de Marte. Sobre fondo blanco, el disco rojo representa Marte, con sus casquetes de hielo polar inclinados. El círculo y la cruz, similares a un punto de mira, simbolizan el objetivo de la asociación dirigido hacia el planeta rojo.

Diseño la sección alemana de la Mars Society, que rechaza la propuesta tricolor por carecer de simbolismo. Se intentó que no se pareciera a la de ninguna nación, y que fuera fácilmente identificable, incluso cuando se representara en blanco y negro.

Otro miembro de la Mars Society que les ha salido contestatario con el diseño tricolor es Michael Orelove, por lo que diseñó y propuso una nueva bandera de Marte para su consideración.

El medio círculo amarillo corresponde al Sol, el círculo rojo sería Marte, las líneas naranjas son las órbitas de los planetas rocosos, ocupando Marte la cuarta de ellas (tras Mercurio, Venus y la Tierra). La línea de la esquina superior derecha corresponde a la órbita de Júpiter. Bajo estas líneas, Michael Orelove (a la derecha) posando con la bandera junto a su equipo.

El siguiente diseño lo encontré en el weblog de Abyssal, quien también critica que la bandera tricolor tenga un simbolismo demasiado superficial. Su propuesta se basa en el proceso de terraformación, y, como él mismo explica, el fondo negro representa el espacio y el círculo rojo a Marte. La franja azul simboliza el agua y el verde la vegetación. Entre ambas, el amarillo representa el Sol, común a los habitantes de la Tierra y de Marte.

Además de las anteriores propuestas, en la red se pueden encontrar otros diseños de bandera de Marte que han aparecido en la ficción, tanto en libros como en películas o videojuegos. He seleccionado sólo cinco de ellas, para que la entrada no quede demasiado extensa...

Greg Bear describe, en su novela de ciencia ficción "Marte se mueve", la bandera de la ficticia República Federal de Marte de la siguiente manera: "Rojo Marte y dos lunas en el campo azul sobre una diagonal, blanco abajo".

Esta es la bandera de Marte que portaba Marvin el Marciano, personaje de los Looney Tunes.

La siguiente bandera se puede ver en la película de 1996 "Mars Attack", dirigida por Tim Burton. No se puede negar el parecido con la pirámide truncada y coronada por "el ojo que todo lo ve", que aparece en el reverso de los billetes de un dólar de Estados Unidos...

Bandera de Marte incluida en el vídeo juego Zone of the Enders. Las siglas UCM significan United Colonies of Mars.

Y por último, mi preferida. Diseñada por Mark Knoke y claramente inspirada en la bandera japonesa, es obvio lo que representa: un planeta rojo en la oscuridad del espacio.


Fuentes: Wikipedia (este, este, este, este y este, el último en inglés), flagspot (en inglés), Mars Society, Sociedad Planetaria, Astro Society (en inglés), Mars Explorers (en inglés) y Abyssal's Weblog (en inglés).

jueves, 19 de agosto de 2010

La desdichada vida de Charles Osborne

Me parece inaudito lo que algunos son capaces de hacer sólo para que su nombre aparezca en la recopilación de decadencia que se publica anualmente con el nombre de Libro Guinness de Récords Mundiales (Guinness World Records). Me imagino a quienes son capaces de arriesgar su propia integridad persiguiendo el sueño de efímera y extravagante fama que obtienen quienes entran a formar parte del libro, como sujetos con algún tipo de problema afectivo o emocional... Porque, sinceramente, no logro racionalizar porqué alguien se propone (y consigue!!) batir el récord de mayor peso levantado por una lengua humana (en poder del neozelandés Alastair Galpin, con unos atroces 1,7 kg!!). Tampoco alcanzo a entender los motivos que, seguramente, tendría el alemán Dutchman Wim Hoff para permanecer en un recipiente lleno de cubitos de hielo durante más tiempo (1 hora, 42 minutos y 22 segundos). Ni soy capaz de comprender a Danny Higginbottom (EE.UU.), poseedor del récord inmersión a poca profundidad más elevada, gracias a un salto realizado desde una altura de 8,86 m a una piscina hinchable de sólo ¡¡25 cm de profundidad!! (imagen de la derecha).

Reconozco que, quizá, no sea demasiado justo con los calificativos usados en esta entrada para referirme al Libro Guinness. No todos los nombres que contiene pertenecen a gente tan... especial, ni las marcas batidas son tan... peculiares. También incluye récords de carácter científico, tecnológico o artístico, cuyo espíritu se encuentra en el polo opuesto de los ejemplos del párrafo anterior. Sin olvidar los casos más amargos: los de aquellos protagonistas involuntarios, cuyo nombre forma parte del Libro Guinness muy a su pesar, y que, si estuviera en su mano, cambiarían esa sombría referencia por el discreto anonimato que disfrutamos la mayoría de nosotros.

El mejor ejemplo
de este último grupo, su más ilustre componente, podría ser Charles Osborne (la imagen que tenéis a la derecha es una de las pocas que he encontrado sobre él), ya que está registrado en el Libro Guinness desde 1992 como la persona que ha sufrido durante más tiempo seguido un ataque de hipo (cuyo nombre científico es singultus). Nacido en 1894 en Anthon (Iowa, Estados Unidos), y fallecido en 1991, comenzó a padecer los incómodos espasmos una mañana de 1922, mientras pesaba un cerdo antes de proceder a su matanza. Pero, en lugar de que éstos finalizaran tras varios minutos, como nos sucede al resto de mortales, el americano puso en marcha el cronómetro de una marca inalcanzable, no pudiendo dejar de hipar durante los siguientes 68 años de su vida.

La cadencia de las contracciones comenzó siendo, aproximadamente, de 40 al minuto (o lo que es lo mismo, ¡¡un hipo cada segundo y medio!!). En julio de 1986 se supo que este ritmo había disminuido hasta los 20-25 hipos por minuto, finalizando repentina y misteriosamente el 5 de junio de 1990. A partir de estos datos, alguien pensó que merecía la pena calcular el número de veces que hipó durante los más de 68 años que padeció el
singultus. El resultado alcanzó la increíble cifra de 430 millones de hipos.

Y aunque nunca encontró una cura, el caso es que Charles Osborne pudo llevar una vida más o menos normal. Se casó dos veces, tuvo ocho hijos y pudo trabajar para ganarse la vida y sacar adelante a su numerosa familia. La fama que fue adquiriendo con el paso de los años, le llevó a ser invitado a varios programas de televisión de Estados Unidos, donde confesó que su mayor
preocupación era que, en un espasmo se le saliera de la boca su dentadura postiza, cayera al suelo y se rompiera. Y por si alguno de vosotros os habéis preguntado qué sucedía con el hipo mientras dormía, parece ser que su diafragma no le concedió tregua alguna, manteniendo fijo el ritmo de las contracciones, independientemente de su estado onírico...

"¡¡Hipar o no hipar, esa es la maldita cuestión!!"

Y tras una vida tan poco envidiable, supongo que a la mayoría de vosotros (entre los que yo también me incluyo...) os gustaría que la historia de Charles Osborne tuviera un final feliz, ¿verdad? Pues no sabéis cómo lamento tener que contaros su desenlace... Como ya sabéis, el 5 de junio de 1990, su hipo, simplemente, finalizó. ¡¡No alcanzo a imaginar el grado de satisfacción que debió sentir al verse, por fin, liberado de tan incómodo compañero de viaje!! Y aunque en ese momento ya contaba con 96 años de edad, pocos humanos sabrían apreciar mejor y podrían disfrutar más de un placer tan elemental como es... no hipar. Pero Charles Osborne no estaba destinado a disfrutar de su inmensa felicidad durante mucho tiempo. El 1 de mayo de 1991, menos de un año después de que concluyera su singultus, nuestro desdichado protagonista fallecía debido a complicaciones sufridas una cirujía realizada en unas úlceras.

No logro encontrar mejor forma de ilustrar la sensación de amargura que me produce este desenlace, que mediante la letra de una canción de la que no conozco ni el título ni quién fue su autor (actualizo gracias a la información aportada por "Uno contra el Mundo", quien me indica que la canción es "El tango alegre") Hablaba sobre el monólogo de desgracias, infortunios, traiciones y contratiempos que formaban la vida de un pobre hombre, quien lo sobrellevaba con estoico tesón. Un día que iba a la iglesia
"a dar gracias a dios", un trozo de cornisa sobre él se desplomó. En su última agonía, blasfemó contra su dios. Fue el único pecado de su vida y el que le condenó. La canción termina así: Y allá desde el infierno, se le oye decir "¡¡Esto es vida!! ¡¡Esto es vivir!!". Imagino que si existieran cielo e infierno (¡¡que no existen!!), fuera posible preguntarle cómo se siente, y tuviera ánimo para respondernos, Charles Osborne se descolgaría con unas declaraciones parecidas, ¿no creéis? Por cierto, casi se me olvida deciros que cuenta con una pregunta propia en el popular Trivial Pursuit, aunque supongo que este honor tampoco le serviría como consuelo...

Y como estoy convencido que los más fieles seguidores (y también alguno que no lo sea tanto...), hace rato que se os ha venido a la cabeza una famosa escena, incluida en un capítulo de Los Simpsons, que parecía inspirada en el propio Charles Osborne, la he buscado, la he encontrado y, ya puesto, la he publicado. Bajo estas líneas tenéis el vídeo a modo de digno epílogo (sólo 10 segundos de duración).



Fuentes: wikipedia, wikilingue, Guinness World Records y youtube.
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